miércoles, 16 de noviembre de 2016

Artemisa, diosa de la caza

Esta diosa es la hermana gemela de Apolo, y por lo tanto hija de Leto y Zeus.
Ella fue la primogénita, por lo que inmediatamente ayudó a Apolo a venir al mundo. Más tarde, aún recién nacidos, Apolo y Artemisa que tenían grandes habilidades de cazadores, mataron al Gigante Ticio, pues trataba de violar a su madre.
Artemisa se mantuvo eternamente joven y virgen, y nunca conoció la dependencia al hombre, por lo que siempre fue un emblema entre las doncellas jóvenes.
Su único placer era la caza, y debido a esto, andaba siempre armada con un arco, con el que cazaba y perseguía a sus víctimas que iban desde veloces ciervos hasta humanos caídos en desgracia. Uno de sus castigos era el de enviar la muerte a las mujeres que iban a dar a luz, pero también era considerada la diosa de la fertilidad, pues ayudó a dar a luz a su madre.
Las muertes repentinas e indoloras fueron también de su cosecha. Fue muy propicia a la cólera y en extremo vengativa.
Se identifica con la luna, mientras que su hermano era la personificación del sol.
También era la protectora de las amazonas, quienes eran cazadoras, guerreras y estaban libres del yugo masculino al igual que la diosa.
La más famosa de sus historias cuenta que en una ocasión estaba bañándose desnuda en un lago en el bosque cuando el príncipe Acteón que estaba de caza con sus perros la vio a lo lejos. Artemisa no había notado su presencia, por lo que el cazador se detuvo y en silencio la contempló fascinado por su belleza arrebatadora.
Estaba tan aturdido que accidentalmente pisó una rama y la diosa lo descubrió. Ésta se avergonzó tanto por haber sido espiada desnuda que transformó a Acteón en un ciervo y envío a sus propios perros a darle caza, cosa que hicieron sin saber que se trataba de su propio dueño.


Era un murmullo en el bosque, era la brisa
leve caricia en vuelo que no acaba;
eran besos las flechas en la aljaba
suspendida del hombro de Artemisa.

Virginal cazadora que improvisa
senderos, sobrepuja cada traba,
se cierra al hombre a pasador y aldaba,
y donde nadie ha caminado, pisa.

Quien desnuda la vio, sufrió la suerte
del ciervo, el oso, el jabalí: la muerte
al impacto de su arma arrojadiza.

Quien amarla intentó, logró el rechazo.
Ésta no era la diosa del abrazo,
sino del pulso que se independiza.
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miércoles, 2 de noviembre de 2016

El mito de Edipo

En la antigua Grecia, en la ciudad de Tebas, reinaba Layo junto a su esposa Yocasta. Layo acudía muy habitualmente a consultar al Oráculo de Delfos para poder tomar sus decisiones según lo que éste predecía, hasta que un día el oráculo le dijo que sería asesinado por su propio hijo, quien luego se casaría con su esposa. Layo, que estaba esperando un hijo, sintió temor, y cuando el pequeño nació, le ató de pies y lo hizo abandonar en un monte para darle muerte.
Poco después, Melibeo, un pastor que pasó cerca de allí escuchó el llanto de un recién nacido y acudió en su busca. Lo llevó hasta la ciudad de Corinto, y al contarle al rey Pólibo que había encontrado un niño abandonado, éste lo adoptó como su propio hijo, ya que su esposa Mérope no podía tener hijos.
Le pusieron de nombre Edipo, y cuando alcanzó la edad adulta, como era costumbre entre la realeza, acudió al Oráculo de Delfos, quien le dijo que mataría a su padre y se casaría con su madre.
Para huir de su destino, y creyendo que sus verdaderos padres eran los reyes de Corinto, abandonó su ciudad,  y emprendió camino hacia Tebas. 
En el viaje, un carruaje lo atropelló, y Edipo estaba tan enfadado y de tan mal humor que dio muerte al conductor, que no era otro que el mismísimo rey Layo, su padre biológico, cosa que él desconocía.
Se escondió durante un tiempo para que no le relacionasen con aquel crimen, y luego continuó su camino hacia Tebas.
Al llegar a las puertas de la ciudad se encontró con la Esfinge, la cual planteaba una adivinanza a todo el que quisiese entrar, siendo devorada la persona que no acertase. 
El enigma era: ¿Cuál es el ser que camina sobre la Tierra que lo hace primero a cuatro patas, luego a dos, y por último a tres?
Edipo, sin pensarlo contestó que era el hombre, que cuando es bebé gatea, cuando es adulto camina a dos piernas, y cuando es anciano usa bastón.
La esfinge, llena de ira, se lanzó al vacío dando fin a su vida, y al fin la ciudad fue liberada. Como recompensa por tan valerosa hazaña, Yocasta, la viuda del rey Layo contrajo matrimonio con él.
Edipo y Yocasta tuvieron 4 hijos, y la felicidad estuvo presente en ellos durante años, hasta que de repente una epidemia llegó a la ciudad y comenzaron a morir muchas personas.
El rey, muy preocupado por su pueblo, acudió al oráculo para descubrir cómo parar tanta desgracia, y la respuesta fue que todo acabaría cuando se desterrase al asesino del anterior rey.  
Muy preocupado por su pueblo y su familia, acudió a un vidente con la esperanza de acabar con las muertes, pero para su sorpresa y horror, descubrió que aquel conductor de carruaje al que dio muerte años atrás era nada más y nada menos que el rey Layo, su padre, y como le habían predicho, se había casado con su madre.
La verdad era tan terrible que su esposa, al descubrir que se había casado con su hijo al que creía muerto, se suicidó, y tres de sus hijos se alejaron de él para siempre. Sólo su hija más pequeña se quedó a su lado hasta que murió ya anciano y ciego, pues el día que descubrió la verdad y encontró a su esposa y madre muerta, se sacó los ojos con el broche de su vestido.


El nombre de este personaje, ha dado nombre a un síndrome mental, el complejo de Edipo, descubierto por Freud, en la que una persona, especialmente en su niñez, muestra un evidente sentimiento de amor hacia el padre de sexo contrario, y un sentimiento de rivalidad hacia el padre del mismo sexo, pero se aplica más comúnmente cuando el amor se siente hacia la madre y la rivalidad hacia el padre.
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miércoles, 26 de octubre de 2016

EL ORIGEN DE LOS DIOSES DE LA MITOLOGÍA GRIEGA

Al principio de los tiempos sólo existía el Caos, y de él se creó Gea (personificación de la Tierra).
Gea se sentía sola y aburrida por lo que decidió crear a Urano (el cielo) para que fuese su compañía y amante.
De su unión se crearon los 3 hecatónquiros (gigantes con 100 brazos y 50 cabezas), pero a Urano no le gustaron y los arrojó al Tártaro (profundo abismo usado como mazmorra de sufrimiento). 
Entonces Gea tuvo a los tres cíclopes, pero Urano, temiendo su fuerza los mandó también al Tártaro.
Gea, desesperada, creó entonces a los 12 titanes, pero Urano también tuvo miedo de que pudiesen destronarle, y cuando fue a encerrarlos en el Tártaro, Gea trazó un plan con su último hijo, el titán más pequeño, Crono (el tiempo). Esa noche cuando Urano iba a yacer con Gea, Crono, que se hallaba escondido, salió pillando por sorpresa a su padre y cortó su miembro viril. Lo lanzó al agua, y de él y de su sangre nacieron Afrodita, las furias, las ninfas, los gigantes y todos los seres vivos del mar.
Urano terriblemente dolorido maldijo a su hijo con su misma suerte, sería destronado por su hijo más pequeño, y dicho esto, se escondió dentro de Gea con intención de no volver a salir.
Crono se casó con la titánide Rea (la fertilidad), pero el temor por lo último que le dijo su padre fue creciendo cada día más.
Cuando tuvieron a su primera hija, Hera (diosa de la familia), Crono la cogió en brazos y se la tragó entera. Rea sufrío durante muchos años, pero Crono se comió a todos sus hijos nada más nacer. A Deméter (diosa de la agricultura), Hestia (diosa del hogar), Poseidón (dios de los mares) y Hades (dios del infierno o submundo). Pero cuando Zeus (dios del rayo) nació, Gea escondió a su nieto y Rea envolvió una piedra en una manta, que Crono se tragó de un bocado pensando que era su hijo.
Zeus fue criado por una ninfa (no se sabe exactamente cuál) en una cueva, de donde no salió hasta alcanzar una edad adulta. Llegado ese momento, acabando de descubrir quién realmente era, se fue en busca de su padre, quien inconscientemente fue envenenado por su propio hijo, y obligado a vomitar a cada uno de los hijos que se había comido, y así lo hizo, en orden inverso al que lo había hecho, y como los dioses son inmortales, salieron todos vivos.
Crono así fue derrotado, y a partir de ese momento los dioses fueron libres, y de ellos y sus amantes nacieron todas las demás criaturas que se conocen en la mitología griega.


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miércoles, 19 de octubre de 2016

Apolo y Dafne/Daphne

Apolo era uno de los hijos de Zeus y Leto (hija de los titanes Ceo y Febe), y era considerado el dios de la música, de la poesía, de la luz y de las artes adivinatorias. A lo largo de su existencia había tenido numerosos romances tanto con mortales como con ninfas y diosas.
Un día comenzó a burlarse de Eros, más conocido como Cupido, por ser un niño alado con pañales que vuela lanzando flechas. Éste se sintió humillado por el arrogante dios, y decidió darle una lección.
Un día, Apolo se encontraba cazando en el bosque, cuando vio a lo lejos una bellísima ninfa, que se llamaba Dafne. Eros, que estaba espiando al dios, decidió aprovechar el momento y disparó dos flechas. La que disparó a Apolo era de oro, lo que producía un apasionado amor. Sin embargo, a  Dafne le disparó con una flecha de plomo, cuyo efecto era todo lo contrario, y comenzó a sentir odio y repulsión hacia el dios que se había enamorado de ella.
Apolo empezó a perseguir a la ninfa allá a donde iba para conseguir su amor, pero ella, bajo los efectos de la flecha de plomo, huía como podía de él.
Un día, al llegar al río Peneo (dios y padre de Dafne), estaba ya agotada de tanta huida, y al ver que el dios estaba a punto de alcanzarla, pidió ayuda a su padre. Éste, que sentía un gran deseo de ser abuelo, le suplicó a su hija que se casase con Apolo, pero Dafne sólo quería seguir el ejemplo de Artemisa (hermana de Apolo y diosa de la caza y la castidad/pureza), y mantener su virginidad para siempre. Peneo, teniendo compasión de su hija, decidió hacer lo único que podía salvarla, y la convirtió en un árbol, el laurel.
Cuando Apolo al fin logró alcanzarla, vio como los miembros de su amada iban quedándose rígidos, sus brazos se convertían en ramas, sus pies echaban raíces y sus cabellos se convertían en hojas hasta que su cabeza se convirtió en la copa de un hermoso árbol.
Afectado por lo que acababa de suceder y pensando en cuánto la amaba, prometió que ella sería su árbol, el que le representara siempre. De esa manera, sus hojas adornarían su cabeza y la de aquellos guerreros, atletas, poetas o cantores que triunfaran, convirtiéndose en símbolo de triunfo y victoria.
Fue tanto su amor por ella que acabó entregándole su inmortalidad al olivo, y permaneció a su sombra hasta morir ya anciano.

Escultura barroca de Bernini (1622-1625) de la escena en que Apolo alcanza a Dafne mientras ella se convierte en olivo.